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Detalle pintural mural San Miguel de Lillo |
Es por ello que las
pinturas de San Miguel de Liño y especialmente la imagen más
extraordinaria de nuestro patrimonio pictórico altomedieval: la figura
de un personaje tañendo un instrumento musical, un cordófono, y la
representación de una figura entronizada, representa una imagen decisiva
para comprender la aparición de la iconicidad en nuestro arte
altomedieval, así como un referente fundamental de los antecedentes de
nuestra desconocida miniatura asturiana, y de la posterior evolución de
la miniatura de los siglos X y XI. Por ello su restauración, la
recuperación y consolidación de su estratigrafía pictórica, constituye
una de las decisiones más acertadas e importantes de los últimos años, y
no estamos ejerciendo ningún tipo de exageración, sino situándonos en
la más absoluta de las objetividades. Hasta este momento las imágenes de
San Miguel de Liño han estado en un riesgo extremo de desaparición ante
el mal estado de su capa pictórica. Debemos tener presente que desde su
descubrimiento en 1947 por Helmut Schlunk y Magín Berenguer nunca se
habían restaurado, ni limpiado, ni habían tenido ningún tipo de
tratamiento preventivo. Es más, se habían encalado los paramentos anexos
a las pinturas en la década de los años 50, con la consiguiente
aportación negativa de sales a las pinturas originales. Han pasado,
pues, más de 60 años de su descubrimiento y 1.200 años desde su
creación, para que una restauración tan necesaria, tan solicitada y en
estos últimos años ya tan urgente, nos devuelva tan pequeño retazo
pictórico, pero tan importante y universal legado para nuestro
patrimonio histórico artístico.
Pero superado este sucinto
exhorto preciso es situarnos con perspectiva para apreciar la labor
significativa de la figura de Helmut Schlunk y Magín Berenguer en la
recuperación del legado de la pintura altomedieval asturiana, y de forma
especial en las imágenes de San Miguel de Liño.
La llegada a
España de Helmut Schlunk en la década de los años 40 va a representar un
avance extraordinario, como es suficientemente sabido, en el
conocimiento sobre el arte asturiano y, muy especialmente, en la
investigación de la pintura mural altomedieval de las iglesias
asturianas, desconocida en aquellos años.
En noviembre de 1946
Helmut Schlunk recibe una ayuda financiera por parte del Instituto de
Estudios Asturianos para estudiar la pintura mural asturiana. José
Fernández Buelta le sugiere que realice reproducciones en color de las
pinturas, proponiéndole para su realización al por aquellos años
profesor de la Academia de Artes y Oficios de Oviedo, don Magín
Berenguer. En el verano de 1947 Schlunk estudia las iglesias asturianas,
documentándolas fotográficamente y realizando dibujos con la ayuda de
Magín Berenguer, de quien alabará su excelente calidad como experto
dibujante. Y será precisamente en el transcurso de sus estudios cuando
ellos mismos descubran ocultos por la imprimación de las cales vertidas a
los paramentos los restos pictóricos de la nave sur de San Miguel de
Liño. La figura del músico junto a abundantes restos de pintura
figurativa y decorativa.
Un año más tarde Helmut Schlunk es
consciente de la relevancia histórico-artística de la pintura mural
asturiana y propone al IDEA que patrocine la publicación de un libro
sobre la pintura mural asturiana de los siglos IX y X, que sería editado
conjuntamente por Magín Berenguer y Helmut Schlunk. Esta es una
decisión absolutamente trascendente para el futuro del arte medieval en
Asturias, y en el año 1949 el compromiso de subvencionar y editar la
obra sobre la pintura mural asturiana en la Alta Edad Media obtiene el
beneplácito de la Diputación Provincial de Asturias. Y en estos momentos
don Paulino Vigón, don José María Comas y don Ignacio Alonso de Nora
adquieren un papel impulsor fundamental. En 1957 la obra es publicada
bajo el titulo «La pintura mural asturiana de los siglos IX y X». Aún
hoy es una obra excelentemente editada y plena de erudición,
conocimiento y vigencia científica en la investigación.
Helmut
Schlunk se propone estudiar las pinturas murales asturianas de los
siglos IX y X, realizando simultáneamente una reproducción exacta de su
estado actual y, en su caso, su reconstitución, lo que en la práctica
será un hecho y uno de los activos más importantes del estudio. Pero el
estudio y redacción del texto presentó al autor no pocos problemas, ya
que se veía obligado casi en todas partes a «pisar tierra virgen».
Asimismo, confiaba en que la discusión con sus colegas asturianos y
expertos nacionales y extranjeros contribuiría a consolidar y afirmar
sus conclusiones. Por otro lado, él mismo escribiría que seguramente la
discusión y el debate posterior a la publicación de la obra permitiría
progresos ulteriores en muchas cuestiones que quedaban abiertas.
De
la correspondencia mantenida entre Helmut Schlunk y otros
investigadores se puede extraer un ajustado mapa del proceso de creación
de la obra. Tanto los archivos particulares de Helmut Schlunk como los
de Magín Berenguer conservan documentación que clarifica la ardua
empresa de creación de «La pintura mural asturiana de los siglos IX y
X». El rico archivo de Helmut Schlunk, que conserva el Instituto
Arqueológico Alemán de Madrid, nos descubre a un hombre volcado en
cuerpo y espíritu en una prolija investigación y en un meticuloso
tratamiento de la información con un objetivo fundamental: estudiar y
ofrecer una conexión, así como el análisis tipológico y artístico de sus
motivos decorativos y de sus antecedentes y su interpretación
iconográfica.
La investigación sobre el arte asturiano y
sobre su rico legado de pintura mural continúa, y la restauración de
nuestro patrimonio histórico artístico avanza, ambas acordes con estos
tiempos sombríos, pero noticias como la restauración de las pinturas de
San Miguel de Liño, o la del Apostolado de la Cámara Santa, nos
reconcilian con nuestra sensibilidad por aquello que ha forjado la
identidad de nuestra historia y que, de hecho nos definirá como futuro.
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